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CLARAZ



¿Cuántos habitantes tiene Claraz, partido de Necochea (Buenos Aires)?

Claraz tiene una población de 733 habitantes según datos del censo 2001 (INDEC).

De los 733 habitantes de Claraz, 356 son mujeres y 377 son hombres. Por lo tanto, el 51,43 por ciento de la población son hombres y el 48,57 mujeres.

Si comparamos los datos de Claraz con los de la provincia de Buenos Aires concluimos que ocupa el puesto 291 de los 597 municipios que hay en la provincia y representa un 0,0053 % de la población total de ésta.

A nivel nacional, Claraz ocupa el puesto 1.652 de los 3.441 municipios que hay en la República Argentina y representa un 0,0023 % de la población total del país.

Resumen de Claraz:

Dato Valor
Población total 733
Hombres 377
Mujeres 356
% hombres 51,43
% mujeres 48,57
ranking provincial 291 / 597
ranking nacional 1.652 / 3.441



 

El Dr. Guillermo Slavutsky presenta su libro "Médico de Claraz"
15:00 | Con las pinceladas de Quique Aracil en la tapa reflejando la estación tal como está ahora, con su colorida soledad. Con las vías de ferrocarril que quedaron inactivas en el 78´, comienza el viaje a través de “Médico de Claraz” Relatos rurales, del Dr. Guillermo Slavutsky, que se presenta hoy a las 19:30 en el Centro
Cultural Universitario –Yrigoyen 662-.
 
 
Tandil Diario dialogó con el obstetra que se mostró “realmente sorprendido. Me sorprenden tantas felicitaciones anticipadas porque todavía no han leído el libro y por el hecho de haberme decidido a escribir sobre un tema tan querido para muchas personas. Por otro lado el poder relatar vivencias en nombre del Dr. José reivindicando la tarea del médico rural que es algo que yo viví con mucha intensidad, me permite en este país tan inmenso en el cual hay muchos médicos rurales, destacarlos, hacerles un reconocimiento.”

El Dr. Slavutsky se relaciona con la literatura por una necesidad profesional, sin embargo, se fue corriendo de ese objetivo permitiendo el origen del libro que se presenta hoy: “Hace bastantes años cuando Griselda Crespi iniciaba su taller Quebrantahuesos, yo pensé que para enriquecer, darle un poco más de dinámica a mis textos científicos yo debía ir. Ese fue el comienzo de la inquietud. Resulta que estando en el taller tratando de mejorar mi literatura médica, que era a lo que yo me dedicaba entonces, con cada impulso que nos daba Griselda para escribir, a mi me brotaba un poema. Y a la próxima directiva otro poema. El taller de escritura es un ambiente donde afloró una persona -que uno tiene adentro- que no era conocida por mí. A través de los poemas descubrí que tenía un montón de Guillermos adentro, que no estaba viviendo ni disfrutando.”

Cuando decide publicar, añade el profesional: “ya habíamos pasado por el taller de Griselda o de Adriana Calvar, elijo a Patricia Ratto que me merece un respeto inmenso como profesora y como escritora. Me aceptó en su taller. Con ella me animé a hacer narrativa y aparecieron los primeros relatos. Ella me fue ayudando a entender que lo que estaba escribiendo era bueno, que llegaba, que tenía claridad. Y empezaron a brotar de forma muy fácil todos estos relatos que están en el libro. Mi memoria estaba como plena para poder hacerlo, lo único que me interesaba era poderlos escribir en forma nítida. Que para las personas que lo lean sea algo sencillo, fácil, agradable y emotivo, tanto para la diversión como para el drama. Porque en la vida aparecen todas estas vertientes.”

También Slavutsky remarcó la esencia del médico rural que “tiene una experiencia muy particular. Nos sirve a los que hemos hecho medicina rural suponer que durante la consulta médica uno ofrece al paciente sus conocimientos, su contención, pero no sabemos en las ciudades grandes cuál es el efecto o la resultante de esas palabras o esa indicación que hemos hecho. En el ámbito rural uno sabe lo que pasó con la consulta del paciente luego de que se fue del consultorio. Yo tuve mucha preparación generalista antes de ir a Claraz y eso me permitió ir con cierta idoneidad para hacer ese tipo de medicina. El médico rural tiene que saber resolver las emergencias y lo que más debe aprender y saber es derivar a tiempo. Yo he tenido que atender el parto de mi primer hijo en Claraz porque el barro no me dejaba salir. Nunca pensé que yo iba a ser obstetra de mi esposa en ese momento pero tenía que animarme porque el camino estaba bloqueado. Veintitrés de julio, invierno, camino bloqueado por el barro. Y eso me tocó en tantas oportunidades hasta que después conseguí que la cooperadora y el pueblo compraran una ambulancia y tuvimos una ambulancia espectacular con un chofer al que nombro varias veces con el que hicimos estos aventurados traslados. O sea que en algún momento me convertí en médico acompañante. Las personas dicen: Ud. me salvó la vida, y yo lo que hacía era acompañarlos a que les salvaran la vida, porque realmente era así. Tengo mucho reconocimiento para esa gente de Claraz, aún hoy después de cuarenta años. Toda esta memoria que tengo en mi cerebro y en mi corazón está en muchos corazones, en muchos cerebros y en muchos recuerdos.”

Sobre el final de la charla expresó el deseo de que Claraz tenga un médico: “En Claraz no hay ni un médico. Claraz merece tener un doctor, yo quiero mucho a ese pueblo.”
 
ese pueblo.”
 






Los Origenes

La localidad de Claraz pertenece al partido de Necochea, pero en un pasado lejano integraba, junto a otros, una gran extensión de campos llamados "La Gran Lobearía". En el Gobierno de Bernardino Rivadavia se adjudicaron las tierras a los pobladores establecido en ellas. En tanto, lo que hoy es nuestro pueblo estaba ubicado entre los campos Suerte de Estancia, Nº 29. Cuando fallecieron sus dueños, las tierras correspondieron a sus herederos. Así, recibieron las correspondientes fracciones la señora Delia Alvear de Ocampo y su esposo, el señor Narciso M. Ocampo. En tanto, en el año 1908 se creó la línea ferroviaria Gardey-Cooper, hoy Deferrari, llamando a la estación de esta localidad: Claraz, en homenaje a Jorge Claraz, geólogo suizo afincado en Bahía Blanca, que realizó importantes estudios minerales y vegetales en las sierras del sistema de Tandil y de Ventana.

En tales circunstancias, el señor Narciso Ocampo, en nombre de su esposa, pidió al Superior Gobierno de la Nación autorización para el trazado del pueblo, en una carta del 5 de mayo de 1909. El 26 de julio del mismo año, el Poder Ejecutivo resolvió aprobar la fundación, debiendo el propietario escriturar a favor del Fisco los terrenos para uso público.

Una prestigiosa firma de Buenos Aires, Adolfo Bullrich y Cia. fue la encargada de efectuar el remate en la ciudad de Tandil, el 8 de diciembre de 1909. El trazado del pueblo estuvo a cargo del agrimensor Emilio Codet, correspondiendo la subdivisión de 103 manzanas, 500 solares, 42 quintas y 32 chacras.

Es digno de elogio la prolijidad y reserva del archivo de la firma Bullrich y Cia., pues gracias a ello se cuenta con un afiche original del remate y fotocopias que incluyen la venta de los primeros boletos de compra de lotes.

La familia Ocampo ya tenía su vivienda que ocupaba una manzana. Era un hermoso chalet en el centro, una casa para el encargado, un gran parque con molino para el agua y una frondosa arboleda de pinos y palmeras que rodeaban la misma.

El espíritu altruista que animó a los fundadores de Claraz, los llevó a donar el edificio para la Escuela Primaria, y la Capilla que se inauguró el 12 de diciembre de 1912, para la cual hicieron traer materiales y vitrales de Francia y mármol de Carrara de Italia. Frente a la escuela y la capilla hicieron levantar la plaza, en cuyo centro se destaca una importante pérgola donde las bandas musicales que venían de Tandil y Lobería animaban las fiestas de aquellos años.

Mientras eso ocurría, los primeros pobladores demostraron agradecimiento y deseos de superación. Cimentaron sus progresos en el trabajo fecundo de la tierra, en la cría de animales vacunos, ovinos y porcinos, para las cuales la región brindaba suelos pródigos, sumados a la bondad de las aguas. A la vez, se abrían negocios de almacén, tiendas de ramos generales, herrerías, carpinterías, hoteles...

Corría 1916 cuando, por iniciativa del señor Narciso Ocampo se creó la Asociación de Fomento. Esta entidad digna y honrosa fue el pilar en el mejoramiento de calles, caminos de acceso y otros altos fines que inspiraron a sus fundadores entre otros: Narciso Ocampo, Mateo Fiore, Isabel Coria, Pedro Ainiseder, Juan Tami, Gil Moreno, Manuel Burón, Gonzalo Castañeda, José Hernández, Melchor González y otros.

Con el correr de los años, la familia Ocampo se radicó definitivamente en la ciudad de Buenos Aires y en 1944 sus sucesores mandaron a demoler la vivienda. La manzana Nº 68 fue loteada y vendida. Hoy, prestigiosos vecinos de la localidad han construido allí sus casas. Sólo se eleva hacia el cielo una gigantesca y añorosa palmera como mudo testigo de esta parte de la "Historia del Pueblo".



POR ALBERTO DANZA
viernes, 16 de septiembre de 2011

De "La María" al "Claraz"

 
Le helada era un manto blanco
cubriendo los pastizales,
retozaban los baguales
buscando apurar el tranco.
El sol asomaba franco
caldeando la serranía,
yo salí de "La María"
por orden del capataz,
iba con rumbo al "Claraz"
y en esa mañana fría.

Pisando huellas de un carro,
emponchao sobre mi oscuro,
con los dedos medios duros
apenas si armé un cigarro.
En un charquito con barro
metía barullo un hornero,
cerca cantaba un jilguero
con tono muy afinao
y hasta un carancho espantao
pegó su grito agorero.

Los potros que iba llevando,
overos de varios pelos,
por delante y sin recelo
se iban como retozando
y cuando alguno pastando
se quedaba distraído,
el látigo del silbido
chasqueaba de maravilla,
y se unía a la tropilla
y en un galope tendido.

Repechando el medio día
pasé por una tapera,
que de un tal Mañeres fuera:
almacén o pulpería.
Un bocao de carne fría
me lo mandé con galleta,
lo tenía en la maleta
igual que una bota'e vino,
y así continué el camino
con la panza bien repleta.

Seguía acortando distancia
y entre milonga silbada,
con la tarde media echada
aparecí en "La Numancia".
"Sacrificio no es ganancia",
me dije y desensillé,
una giñebra tomé
a la salud del patrón
y después de un galopón
el tiempo recuperé.

Con noche casi cerrada
tal vez un poco cansao,
llegué y al mesmo encargao
pude entregar la potrada.
La cosa quedó arreglada
y ahí nomás como les digo,
mi oscuro está de testigo,
lo exigí porque es capaz,
pa churrasquear en Claraz
en el rancho de un amigo.
(Foto de la Estación "Claraz")


 

CLARAZ, Necochea.- Dejaron Suiza, Francia e Italia, y juntos viajaron hasta un pequeño pueblo situado a 70 kilómetros al norte de Necochea, porque por allí anduvo, hace casi 140 años, uno de sus antepasados, el naturalista suizo Jorge Claraz.

Querían conocer los lugares que trajinó el científico durante la segunda mitad del siglo XIX y, especialmente, Claraz, el pueblito habitado hoy por 756 almas que con su nombre recuerda a este sabio que estudió la zona serrana y el norte de la Patagonia durante 25 años.

Y se dieron el gusto. Desde el martes último, 22 descendientes del singular pionero visitan la localidad, se alojan en las casas de varios vecinos y con ellos repasan una historia que para este puñado de europeos comenzó a revelarse hace menos de ocho años.

"Cuando murió mi padre, en 1994, encontré entre sus cosas un cofre metálico lleno de papeles y fotos", explicó a LA NACION Claude Claraz, uno de los responsables de la expedición.

"Al revisarlos con mi mujer, Christine -explicó-, descubrimos que en varios se mencionaba a Baltasar Claraz, pariente cercano de mi padre y del ahora redescubierto Jorge."

Este matrimonio francés residente en Grenoble contó que algo los llevó a interesarse en el tal Jorge, cuya fascinante historia pudieron rescatar hurgando en Internet.

"Nos resultó una vida tan atractiva que empezamos a buscar a otros descendientes en nuestro país y en el extranjero", recordaron.

Además, ellos fundaron una sociedad sin fines de lucro para rescatar la memoria de su antepasado, a la que bautizaron La Trace (la huella, en francés) Claraz.

"Hallamos 340 parientes en Francia, Italia y Suiza, y logramos reunirlos en nuestra ciudad, en 1999", subrayó la mujer.

Durante el encuentro se habló de las investigaciones y trabajos cumplidos por Claraz en Brasil, Chile y la Argentina, entre 1856 y 1882, cuando decidió dejar nuestro país para pasar sus últimos años en su Suiza natal.

"Pero -subrayó Claude- también se decidió viajar a la Argentina para conocer esa ciudad tan pequeña que, según nos habían contado, lo homenajeaba con su nombre."

Pasaron dos años programando el viaje al pasado y siguiendo muy de cerca lo que, mientras tanto, sucedía en el lejano destino. A mediados de octubre último enviaron un e-mail a Claraz, en el que anticiparon su intención de viajar y de permanecer en el pueblo al menos dos días.

Superada la sorpresa por semejante novedad, enseguida se apuraron los preparativos de este lado del océano, tarea que tuvo como bastonera a Graciela Lambrecht, Patricia Contreras y Claudia Suizan, directora y docentes, respectivamente, de la escuela lugareña.

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